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4x07 4 Caminos

  • Foto del escritor: Sergio Camuñas Gómez
    Sergio Camuñas Gómez
  • 2 may 2021
  • 4 Min. de lectura


Hace unas semanas ponía la mano en el fuego al asegurar que volver a Madrid era la opción que haría mi vida más feliz. Sin embargo –y nada tiene que ver con el triunfo de la ultraderecha en la capital- en los últimos días mi mente no lo ve como la opción más aceptada.


Las bondades de Madrid vienen, no por la ciudad en sí, si no por las personas que hay en ella. En este caso, el camino que inicié yo hace casi un año, es el camino que están tomando todas las personas que me importan allí y, mientras este año el que veía de lejos las reuniones de todos ellos, ahora, son ellos los que cambian el rumbo de la historia y cogen caminos diferentes.


La ciudad que conozco, la que me enamoró en los últimos años, tenía aires de Gijón, Canarias, el norte, incluso me transportaba a mis raíces con amigos del pueblo que vivían allí. Ahora, no sabemos si de manera temporal o prolongada, ese aire se evapora y, en mi cabeza, solo ronda la idea de ¿Es hora de comenzar algo totalmente nuevo?


Los saltos temporales en las series nunca han sido de mi agrado, cierto es, pero, aun así, estamos a mitad de 2021 y nadie ha hablado de la pandemia en ninguno de sus retornos de temporadas tras este periodo. Eso me hace pensar, estamos en ese momento en el que todo se paraliza para retomarlo cinco años más tarde, a la vida real, me refiero. En este caso es mi historia, lo que sería un spin off -desde el punto de vista que se mire- de alguna serie principal que hablaría de un grupo de amigos en Madrid que se conoció, compartió y vivió una miniserie intensa de breves temporadas al estilo Netflix.



Es en esa historia donde puede que pasen cinco años de parálisis. Aunque esperamos que no. ¿Cómo nos tratará la vida en este tiempo separados?


Lo que está claro es que no se asemejará a One Three Hill, Riverdale o Pequeñas Mentirosas porque para ser como sus personajes, la serie debería empezar, tras ese salto temporal, en este mismo momento. Dejamos la universidad atrás hace bastante tiempo y, aun así, seguimos sin encontrar el triunfo que todos experimentan en ese cambio, ninguno. No tenemos a un Lucas Scott o una Arya Montgomery novelistas –lo más parecido soy yo haciendo este blog-, tampoco somos Brooke de One Three Hill ni Hanna Marin de Pequeñas Mentirosas triunfando en el mundo de la moda.


Estaríamos más ambientados en los saltos de Parks and Recreation o en el de The Walking Dead si asemejamos la pandemia con un apocalipsis zombie en el que no ha sobrevivido el protagonista finalmente. Lejos también de las historias de Entre Fantasmas porque no tenemos ni marido, ni hijo, ni hemos sufrido muerte del marido, ni queremos ver los poderes del hijo ya crecidito. Y aunque podríamos asemejarnos a las desventuras de Mujeres Desesperadas, incluso ellas lidiaban con problemas más fascinantes en esa comunidad de vecinas del todo peculiar, y no quiero ser cruel, no queremos daros el susto de vernos tan crecidos como vimos a los gemelos de Felicity, es un trauma saber que en un capítulo fueron niños y en el siguiente mantenían relaciones sexuales.


Sin embargo, es un hecho innegable que las historias como las conocíamos hasta ahora están en un punto muerto. Mientras que hace tiempo hablábamos de planes y afterworks, hoy hablamos de reuniones de seis en terrazas y alcohol sin sentido a las tres de la tarde.


Somos una generación que ha luchado bastante por conseguir la independencia que ahora tiene y en cierto modo eso es lo que nos está haciendo sentirnos como nos sentimos ahora. Ver que estás tocando el cielo con los dedos y darte cuenta que hay factores externos, en común, que hacen que todo cambie para todos y que no podamos hacer nada para cambiarlo, es una bajada a los infiernos sin barra de pole dance, al menos con barra podríamos sentirnos en el videclip viral de Lil Nas X, pero en nuestro caso ha sido la Lanzadera, sin segundo previo para intentar gritar.




Tampoco podemos perder la esperanza, es lo último que se pierde ¿no? Aunque sea una frase tan absurda como el que yo la esté utilizando para autoconvencerme de esto. Sin embargo, soy un peliculero ¿os habíais dado cuenta? Y en este punto me imagino el final de esta historia con una voz en off que relata el camino que todos cogimos. Un final agridulce pero que te reconforta. Como el broche final a una de las series de mi adolescencia Rebelde Way.


En el final hecho película, aparte de lágrimas, la historia nos dejaba el camino de cada uno de ellos. Adaptarlo a esta serie es la mejor idea que creo que he tenido en este mayo que parece que no termina de cuajar.


Por ello, me imagino nuestro desenlace como algo así:


Ahí estaban los cuatro rebeldes, alcanzando su sueño. Después de todo lo que habían vivido, parecía increíble, pero si, estaban a punto de lograrlo.


¿Querréis saber si llegaron y triunfaron? Claro que triunfaron. Habían recorrido el camino como lo habían soñado, encontrando cada uno un nuevo rumbo a su vida. Podrían haber llegado a ser famosos, asistir a decenas de eventos, pero eso hubiera sido demasiado predecible.


Finalmente, cada uno encontró su camino: S siguió el legado de su familia como diseñadora de interiores, F volvió a reencontrarse con el mar, R encontró la seguridad y la compañía dejando atrás la soledad y conectando de nuevo con su familia, L lo dejó todo por amor y a todos ellos los llevo en mil recuerdos y en la interminable memoria de mi PC o móvil.


Cuando veo fotos de nuestros años de gloria, como suelo llamarlos, en ese momento, es en el que siento que soy quien soy por lo que ellos me transmitieron. Y aunque la memoria sea traicionera, esta es la manera en la que yo elegí contar esta historia.


Parece el final, pero si algo nos han enseñado nuestras series o películas favoritas, es que siempre vuelven y, el reencuentro, es lo más esperado por los telespectadores.

 
 
 

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