4x02 (No) es mi momento
- Sergio Camuñas Gómez
- 26 mar 2021
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 30 mar 2021

Llevamos un año que es una completa cagada. Tantas veces he querido hacer cosas que al final, por apatía, se han quedado solo en eso, “querer hacer”. Creo que ya no puedo ni contarlas.
He visto más series de las que puedo asimilar y se me ha puesto un nudo en el pecho o en la garganta más veces de las que hubiese querido.
He sido responsable, he intentado portarme bien y sobretodo, pensar con la cabeza. He vivido por y para personajes como Serena Van der Woodsen, Kelsey Peters o Jane Sloan. Fantaseado con persecuciones en Sky Rojo, asustado con El Internado: Las Cumbres, llorado con FoQ: El reencuentro, emocionado con la Casa de Papel 4 y por la espera y llegada de La Casa de Papel 5. He reído con Emily en Paris y me he hundido al recorrer de nuevo mi adolescencia con Glee y Hannah Montana. He querido hacerme el erudito y ver todo el catálogo clásico de Prime Video o ver, por fin, Breaking Bad o Perdidos para poder hablar con propiedad al salir de esta.
He descargado Atresplayer para ver del tirón Veneno, lo he desinstalado. También HBO por ver los capítulos especiales de Euphoria, 30 monedas o It´s a Sin. He pensado mil veces eliminar Netflix hasta que anunciaban el regreso de películas como Crepúsculo, que llevaban años en la plataforma, te dieron igual, pero las quitaron y las echaste en falta o se ha hecho viral la temporada de The Crown o el estreno de los Bridgetton y Gambito de Dama. Me he enamorado de Prime Video y también me he mosqueado porque subían dos temporadas de The Royals y te dejaban a medias o porque llevaban más de dos años sin estrenar la cuarta temporada de The Bold Type. No me suscribí a Disney Plus porque me negaba a pagar otra plataforma, he terminado cayendo en la descarga y ampliando suscripción a Disney Star, reconozco que llevo sin ver una película ahí desde hace meses –creo recordar que acabé The Mandalorian y pensé en engancharme a Wandavision-.
El trabajo magistral de Tangana, Bieber que se redescubría, Miley que probaba con el rock o Ariana que pasaba sin pena ni gloria con su nuevo trabajo. Todo lo dirigido por Ryan Murphy en este tiempo, que es mucho, o poco si lo comparas con todo lo que ha producido Taylor Swift.

He tenido todas las emociones y no he salido de mi habitación. Me he sentido raro por ver en esas mismas series, videoclips o en otras mil películas a la gente pasear por la calle sin mascarilla, por ver abrazos, besos, afterworks, oficinas, streetstyle que en nada se parecen al comfy ni a las sábanas de franela que he gastado y desgastado en casa de mis padres.
¡Dios!, he pasado por todas las fases de Tik Tok: He odiado Tik Tok, me he enganchado a Tik Tok, he hecho Tik Toks y ahora se hasta quien es el Team y La Riivers.
He cambiado conversaciones absurdas por conversaciones sobre casas, bodas, hijos e inestabilidad mental. Desconectar los fines de semana a preferir trabajar para mantener la cabeza ocupada.
He echado de menos mi antigua vida, me he acomodado a la nueva. Ahora, hasta extraño el confinamiento y sus anécdotas de balcón con aplausos a las 20:00.
He visto amigos emprender proyectos y también amigos que lo han perdido todo. He visto nuevas oportunidades laborables y pérdida de trabajos. Personas que eran muy de 2019 y ya no están en 2021.
He recuperado cosas de la infancia y también me he dado cuenta del significado de “estar en otro punto de la vida”.
Comidas familiares que han pasado de la terraza en verano, al calor de la hoguera en invierno y al sol de mediodía con la llegada de la primavera.
Lo he visto pasar, todo. En comparación, he visto pasar la vida como Bella Swan en la icónica escena de la película Luna Nueva, donde la cámara giraba en torno a ella, inmóvil, esperando la llegada de Edward Cullen mientras las estaciones se caían y alzaban ante sus ojos. 2020-2021 parece ser mi Edward Cullen pero, como Bella, me he cansado de esperar.
No quiero seguir viendo a través de una ventana, no quiero seguir esperando. Quiero vivir, y quiero vivir ahora. Este, es un post de transición, como los primeros meses de este año que estamos viviendo con cansancio y desesperanza. El post que determina lo que quiero seguir haciendo y a donde quiero dirigirme ahora.
Han pasado tantas cosas y en realidad he vivido tan pocas, que decido –sí, yo- que se acabó. Con prudencia, pero sin miedo. Seguimos viviendo y seguimos soñando, aunque los sueños vengan ahora acompañados de mascarilla y gel hidroalcohólico.

Y quien quiera dejar de soñar, está en todo su derecho. Quien quiera crear una nueva normalidad con una madurez prematura. Adelante.
Nuestro camino es eso, nuestro. Nosotros y sólo nosotros marcamos el paso. Mi paso ahora es destruirlo todo para empezar de nuevo. Dar marcha atrás al ver que he llegado a un callejón sin salida y darme cuenta de que es tan sencillo como retroceder. Una nueva aventura en estos años de locos que estoy emprendiendo con verdadera necesidad y emoción.
Probablemente queden unos meses por delante hasta que este sentimiento de libertad se materialice para todos, pero, es necesario empezar a dar pasos, aunque pequeños, ya.
No es mi momento o al menos no lo ha sido. Saltamos de capítulo. A veces es tan sencillo como volver a tomar la rotonda y salir por la salida opuesta que nos lleve a una nueva historia.
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