4x01 Olite en Madrid
- Sergio Camuñas Gómez
- 25 nov 2020
- 3 Min. de lectura

¿Acabar una serie que estabas esperando desde hace tiempo y que finalmente llegó y te decepcionó? Así es como siento estos dos últimos años, un espacio de tiempo donde creí estar tocando algo que ni si quiera rozaba.
Acabar esa serie te hace reflexionar sobre bastantes cosas. Cosas que podía haber reflexionado en los meses muertos que hemos tenido en este año de locos. Cosas que simplemente no llegaron porque mi cabeza no se encontraba en ese punto, ese punto que ha llegado tras ver una serie de la antigua y real normalidad.
Ahora, veo todo lo que en realidad me gustaba de mi antigua vida, desde la caminata que hacía de casa al metro en la que peleaba con el entrelazado de mis auriculares, hasta el sonido de los tacones de mis nuevos botines Chelsea contra el asfalto de las calles de La Latina. Levantarme, vestirme. La moda puede hacer que te sientas una persona totalmente distinta vistiendo un jersey de cachemir en vez de tu pijama de bolas mientras tomas té en una taza de ositos que antes odiabas y ahora es vintage, o calzando, en el mejor de los casos, tus Bottega Veneta, la tendencia de este otoño, esos que sólo lucirás si eres parte de las reducidas Fashion Weeks de este año o que copiarás en cualquier tienda low cost para calzarlos en algún challenge de TikTok.
Han pasado dos años desde que dejé de escribir y parece que el mundo ha cambiado por completo ¿Cómo pretendemos que una serie nueva remplace a una antigua? ¿Os imagináis a Carrie haciendo el WAP de Cardi B para volverse viral?
La última vez que escribí la vida me sonreía sin yo saberlo, comencé una tercera temporada con altas expectativas y parece que llegó en un momento en el que me impuse mi propia huelga de guionista escribiendo a penas 3 episodios. Digamos que mi vida literaria se paralizó cuando tenía que hacerlo y ahora se retoma, porque el otoño es así, de retomar nuevas cosas o antiguas. De sanar heridas que parecen abiertas y que, en este caso, no parecen que tengan fin para cicatrizar.

Las cosas no empiezan bien, nunca lo hacen, si lo hiciesen, estaríamos en la renovación por dos temporadas por parte de cualquier cadena, esa renovación repentina que supone el final inminente, aunque parezca a largo plazo, de tus personajes favoritos. Comienza en una ventana que no es la mía o al menos no la siento así. No vamos a hablar de un joven empoderado que logró salir de su pequeño pueblo para comerse el mundo. Comenzamos esta vez hablando del momento en el que el joven se choca contra un muro que pensaba que nunca llegaría. Un nuevo comienzo en el que hay que seguir empujando para llegar de nuevo a algo nuevo o mejor, suelen decir. Comencé hace cuatro años el primer post con la frase -Algunas veces hay que perderlo todo para encontrase a uno mismo - parece que mi vida últimamente va de perderlo todo.
No sé si es tristeza o simplemente derrota. Nos pasamos tanto tiempo intentando luchar por conseguir algo que pensamos, desde pequeños, que nos pertenece. Esa razón que nos hace levantarnos una y otra vez y que, desde siempre nos ha hecho sentir especiales. Tener altas expectativas hace que la caída siempre sea más y más grande y el dolor se acabe convirtiendo en un “tiro la toalla”.
No quiero tirar la toalla, de verdad que no. Puede que esto sea sólo un “síndrome de depresión colectiva” traído por la pandemia, pero me ha hecho retroceder al momento en el que comencé a escribir en este blog. Por aquel entonces era un joven sin experiencias, con sueños y metas tan altas que, como Ícaro, pensó algún día tocar el sol. Hoy después de quemarme, sigo siendo ese joven, esta vez un poco mayor, con más decepciones y caídas a la espalda pero con las mismas ganas que al principio ¿La vida cambiará a mejor después de esta etapa de desconcierto? ¿Volverá a traer el tiempo un nuevo “2018” que creíamos llegar este 2020? Sólo el tiempo lo dirá.
Ahora, me siento más Rachel Berry que nunca, siempre odié ese personaje y al final con el paso del tiempo es con el que más me siento identificado. He vuelto a mis raíces para dar comienzo a una nueva temporada de Olite43. No sé qué puede deparar, no sé qué podré contaros en los siguientes días, sólo sé que escribiendo es la única forma de desahogarme, de gritar en este momento de desconcierto y que después, al leerme de nuevo, es grato sorprenderse de las cosas tan maravillosas que hace el tiempo con nosotros.
De nuevo, más para mí que para vosotros,
Olite43.




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