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2x19 Junio

  • Foto del escritor: Sergio Camuñas Gómez
    Sergio Camuñas Gómez
  • 4 jun 2018
  • 5 Min. de lectura

Eurovision, la METGala, Cannes, los Billboards, la Royal Wedding, Dualipa en la final de la Champions, que no la final de la Champions. Es época de eventos y a la vista está que las stories de instagram echan chispas y, mi vida, curiosamente, avecina lo mismo. ¿Será premonitorio que los mayores eventos de moda y estilo coincidan con mis mayores eventos sociales? De ilusiones también se vive y yo con esto de la primavera me vengo muy arriba. Así que sintiéndome muy Raven digo que puede -no vamos a afirmar todavía- que sí.


Hay veces que por falta de inspiración o ganas es imposible contar nada. Veces en las que los planes no van más allá y escribir por escribir es algo que dejamos reservado a los capítulos de La que se avecina.


También hay momentos en que, aunque la inspiración brille por su ausencia la vida te llena de planes, que aquí se traducen en cosas que poder contar, como cuando inesperadamente, el nuevo chico Olite nos dijo adiós. Pero no venimos a hablar de penas sino de alegrías. Por qué ¿qué hay mejor que tener un mes lleno de planes? Para la cartera es devastador, pero para salud mental es el mejor remedio, como diría Ana Guerra.


Llevo meses personificando meses, valga la redundancia. Marzo, Abril y Mayo han sido intensos, con mayúsculas, y Junio será el culmen de la personificación, porque la planificación de este mes es digna de post, de ser contada y resaltada. Queda poco para la season finale y no podría haber mejor manera de acabar esta segunda temporada de Olite43.


A pesar de poder parecer demasiado extenso, como el fin de semana del Jarama o la boda de Barney y Robin en Como conocí a vuestra madre tengo que hacerlo, acabar con esta serie de fantásticas dichas, ampliar este mes y darle nombre, por referencia a los anteriores, por simple egocentrismo o por dejar de nombrar a los meses con mayúscula. Y en un referente a la escena perfecta de una película que ya no mencionaré más, es interesante poder comparar las expectativas que tengo de él y como se van superando o mermando con cada una de sus semanas. Junio, sin más dilación aquí empieza tu historia, el countdown al final de este año de locos.




Solo me estreso de pensarlo y eso que todo es bueno. Aunque en realidad, como siempre, de lo que me preocupo es de mi liquidez de la que creo que prescindiré porque prácticamente está todo lo que acontecerá del mes pagado, bueno, casi. Pero no hablemos de tristezas, hablemos de alegrías, que cuando me pongo en plan Lindsay Lohan en Quiero ser Superfamosa no hay quien me pare, ya van dos veces en tres párrafos, y ahora mismo solo tengo y puedo tener en la cabeza tres propósitos, puede que los últimos de esta temporada después de fallidamente intentar ahorrar y el desvarío particular de año nuevo:


1. Que Bruno Mars me cante cumpleaños feliz.

2. Salir en alguna stories de Bruno Mars en el concierto.

3. Que me graben para el vídeo de gira de Bruno Mars.


Que diréis, baja Modesto, pero aquí está un fan de Miley Cyrus que se tiró al suelo para conseguir billetes con su cara en la gira Bangerz, el mismo que consiguió entradas en gradas para el concierto de Bruno cuando se agotaron a las dos horas. Amigos, los sueños se hacen realidad.


Si, como podréis ver por la emoción uno de los planes estrella es vestirme como Will Smith en el Principe de Bel Air porque mi madre siempre ha dicho que donde fueres haz lo que vieres, sentirme Punky Brewster con una camiseta con más colores que la bandera LGTB, hacerla incluso, como en los campamentos del 2000 con un barreño de agua, gomas elásticas y tinte Iberia; creerme influencer, subir más historias que Dulceida en la semana de la moda de Milán y disfrutar del vozarrón y el rollazo de Bruno Mars. La emoción es comparable a los seis meses que las entradas han estado custodiadas cuál Horrocrux en las instalaciones de Hogwarts, solo que esas instalaciones han sido las cuatro paredes de mi piso, que no llegan ni a ser la Cámara de los Secretos, ni si quiera el baño de Myrtle la Llorona. Pero yo me lo creo, porque este mes es de creérselo, porque la cosa no queda ahí.


Si algo caracteriza esta temporada, al completo, es el fanatismo por un programa de televisión. El programa que unió a tres compañeros de piso durante meses y que, tras finalizar, los separó, como Chenoa y Bisbal pero sin chándal ni declaraciones y pucheros en el portal. La única manera de dar fin a este círculo -que espero tomármelo con más calma en una próxima edición- es vivir la experiencia en vivo. Si, si hace quince años siendo un crío fui al pueblo de al lado del mío a ver a los originales, este mes no hace falta que me desplace, porque a pocos metros de casa asistiré al concierto de Operación Triunfo. Me está quedando un post de lo más freak, pero podía haber empezado con otro concierto a Camela y por azar del tiempo inestable de Mayo no ha podido ser, así que esto no es para tanto.




Por último, o no, porque aún quedan eventos que no se pueden desvelar, haciendo honor a otra de las etapas de este curso 2017-2018 termino con un tercer evento, al estilo Project M, no hay dos sin tres, ya lo dijimos bien alto y con mucho ritmo con esa segunda Eurocopa de la que poco me acuerdo porque la cerveza eclipsó mi memoria. Puede que el año pasado no lo incluyese, que quería, pero por motivos que ahora mismo no recuerdo el post no llegó a nada, pero este no podía faltar, podría hablar durante veinte capítulos de este día como lo hicieron Mia y Marizza en la primera temporada de Rebelde Way sin que se me pasase de largo al año siguiente. Hablo de mi cumpleaños, el momento clave del que poco se habla en series, a no ser que seas Rachel de Friends y cumplas treinta con la autoestima muy baja o hayas nacido conectado a siete personas más como cualquiera de los protagonistas de Sense8, cuando es lo mejor que puede pasarle al ser humano en su existencia.


Cumpleaños, conciertos, visitas familiares, viajes, amigos, fiestas temáticas y treinta días por delante para sentirme con tanto plan y sin necesidad de ir a ningún resort para familias, en el verano de Dirty Dancing. Aunque si os digo la verdad, prefiero tirarme del escenario y que me coja una multitud estable a lo Olsen en Muévete, esto es Nueva York que poder caer en los brazos inestables de cualquier Patrick Swayce.

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