2x18 Mejor solteros
- Sergio Camuñas Gómez
- 23 may 2018
- 4 Min. de lectura

¿Cansados de que siempre os pregunten para cuando una pareja? ¿Estás en ese punto en el que tu vida no tiene cabida para nada ni nadie más y, aun así, eres feliz? Puede que como yo no creas en el amor. Y no, no creo. ¿Qué porqué no creo en el amor? Bueno, he aquí los hechos.
El cine básicamente es el que tiene la culpa y ahora, las series, el preferir vivir sus vidas a las nuestras. Porque, ¿qué tienen de interesante nuestras vidas? Comparar la declaración de amor entre patos del Diario de Noah con las relaciones amorosas de HMYV hace que quieras pasar de sentirte poderoso a lo Blair Waldorf en esa estación de tren de Paris diciendo “Yo ya no te quiero” a Chuck Bass a querer tirarte directamente por esa misma barandilla.
No hay comparación.
A lo mejor es que para encontrar lo que de verdad nos puede llegar a completar son necesarias 10 temporadas de innecesarios vaivenes como los de Carrie y Mr. Big, años de sinsentido y relaciones que no dan ni para un par de capítulos. A lo mejor todos somos Ted Mosby y nos creemos que algún día llegará, a lo mejor son etapas y solo queremos ser un poco Barney o directamente no queremos convertirnos en Lily y Marshall.
Tal vez soñamos con la historia de Sara y Lucas sin darnos cuenta de que a la primera de cambio Sara le puso los cuernos con Aitor y, aunque su relación fuese la falsa copia de la Beyoncé de Chipre en Eurovision, hubo a algunos que les hizo dividirse como los fans de Rebelde y Rebelde Way. A lo que, siguiendo con la línea, Mia y Manuel también acabaron con esa idílica isla en forma de cornamenta. Y la lista continúa, Ross y Rachel, Rachel y Finn, Dylan y Brenda, Buffy y Ángel, Antonio y Merche ¿Sigo?
Y puede que la culpa sea nuestra, tal vez no llegamos a encontrar el momento porque el momento en el que podemos encontrarlo nos encontramos absortos en nuestra propia burbuja, como el recién nacido al que llevan protegido con su capota de plástico en días de lluvia, consciente de todo, aislado de todo, amante de nada. Y la culpa la tienen los móviles y las redes sociales, mira, puede que por escribir esto esté perdiendo la oportunidad de encontrar a mi media naranja en el transcurso del metro. Qué lastima.

Pero puede que tengamos los referentes demasiado extremizados y es que hasta en las series ya nos quejamos de que no hay buenos amores. Veréis, ahora mi nuevo divertimento es Riverdale, una serie adolescente que lo tiene todo, desde los padres que son artistas olvidados de series y películas de los 90 hasta los hijos y protagonistas sacados de la mejor era Disney Channel. ¿Pero qué no tiene? Amor. Si que tiene sus historias, como todas las series, pero ninguna engancha en plan épico, porque ya no queremos conformarnos con besos en los pasillos del insti, queremos relaciones imposibles, tal vez por eso preferimos a Cepeda y Aitana con los que no pasó nada a Amaia y Alfred que a los dos días ya se besaban hasta cuando la ocasión no lo requería. Queremos lo imposible: El vampiro y la humana en Crepúsculo, la virgen y el sadomaso en 50 sombras de Grey, la niña buena y el cuñado en Crónicas Vampíricas, La princesa y el guardaespaldas en The Royals, la sobrina pequeña y el tío treintón en Los hombres de Paco, la bruja y el demonio en Embrujadas, la alumna y el profesor de literatura en Pequeñas Mentirosas. Historias reales cómo chocarte al salir del súper y tirar la bolsa de papel, que no de plástico, del amor de tu vida o descubrir que tu vecino es la persona que siempre habías estado esperando que, como diría Ángel Sanchidrian, es lo que le da calidad, en este caso, a la vida.
Pero olvídate, es muy poco probable que te pasen ninguna de las historias anteriormente mencionadas. Tu vecino no es guapo y la película La Vecina de al lado es más ficticia que las nuevas de Los Vengadores. Tú futura pareja no es Quarterback ni tú animadora, tampoco es a la inversa, como mucho uno jugará a fútbol sala o balonmano y el otro u otra irá en plan grupi a una grada vacía en plan fan deslocalizado de los Jonas Brothers. No tendrás baile, no seréis reyes de ese baile y mucho menos lloverá al besaros.
Suena cruel, pero es así. La historia más bonita jamás contada puede ser del tipo: chico conoce a chica, chica conoce a chica, chico conoce a chico en una discoteca, bar, pub, botellón, se pasan el WhatsApp, instagram, twitter y a los cuatro días proclaman su “para toda la vida” en las plataformas antes mencionadas. Romanticismo del siglo XXI.
El caso es que en este mundo de parejas los solteros también tenemos cabida. Somos los reyes de las barras libres en las bodas, los emperadores de los fines de semana y los dioses de los planes improvisados.

Nosotros empezamos hace tiempo con esta reflexión, la película Mejor Solteras y seguir la flamante carrera de Amy la Gorda tienen la culpa, o el mérito. Lo que empezó la aspiración de acudir al cine de dos amigos paso al ennoviamiento de uno y a la esperanza de un futuro en solitario con la creación de un grupo de cuatro, un grupo que tuvo sus bajas y que, después se fue ampliando, deslocalizando tal vez como esos grupis de los Jonas Brothers, porque somos muchos los que pensamos igual.
Las confesiones han pasado por alcoholicismos severos, noches de arrasar con la zona de comestibles de un 24h con películas de, a nuestro parecer, sufrir y en un coche de camino a una madrugada llena de comida e inevitable resaca. Existen miles de historias, miles de personas y cada uno lo vive de una manera distinta, aunque todos creemos en que nuestro problema, sí puede llamarse así, es único. Pero en realidad, todos son iguales y es que quien tuvo, sabe lo que fue y lo que es volver a los comienzos y quien no tuvo a veces desea lo que cree querer, cuando sin ninguna duda, una de las mejores experiencias es conocer y conocerte a ti mismo para saber que hay algo más que una media naranja. Porque los momentos de soledad pueden ser la mejor compañía y hay innumerables veces en las que el tiempo te hace ver que se está y se vive, mejor solteros.
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