2x12 Cuatro galas y un pase de micros
- Sergio Camuñas Gómez
- 20 mar 2018
- 4 Min. de lectura

“Se acabó. No volveréis a sufrir el entusiasmo que me embriagaba cada lunes, se ha ido, y con ello, la manera de desconectar cada semana.
No podía pasar por alto algo que ha hecho esta temporada ser diferente, que nos ha unido y nos ha transportado a un tiempo que va más allá de la adolescencia, una infancia llena de walkmans y discmans, un tiempo donde la calle eran las tardes, donde el mayor tesoro era la pegatina que se encontraba dentro de un chicle de fresa.
Empezamos la aventura solos, con una habitación vacía y muchas preguntas en el aire. No sabíamos lo que supondría todo esto para nosotros, de hecho, suelo ser de primeras impresiones y se han desmantelado mis teorías por completo, al menos con respecto a las segundas oportunidades en televisión, con personas me resulta complicado, por no decir casi imposible e improbable.
El caso es que nos embarcamos con las expectativas del pasado y la decepción que estas suponen. Pero preservamos, necesitábamos aferrarnos a algo sin saber las puertas que este viaje nos cerraría y abriría. No sé, sería demasiado decir que OT ha cambiado nuestra vida, pero es que me pongo a mirar a septiembre y si, las cosas han cambiado mucho, a mejor o a peor, pero ha habido cambios fuera del ámbito laboral.
He conocido a alguien totalmente entregado, dejándose llevar por las emociones que antes, casi siempre, reprimía. Hemos hablado, y hemos confesado más de nosotros mismos que en todos estos años de serie. He conocido también a mi opuesto, a la persona que llegó al principio como un alguien más y pasará a la historia de esta historia. Hemos reído, llorado, nos hemos enfadado y emocionado y hemos disfrutado y sufrido cada gala, haciendo el lunes mi día favorito y el martes el peor de la semana.

Asique si, nos ha cambiado un poco, demostrándonos que la juventud no es sinónimo de inmadurez, porque hemos comprendido que esa inocencia es la que hace que nos entreguemos a todo sin más, imponiendo como nuevo lema “Lo hacemos y ya vemos”, teniendo opinión propia y no avergonzándonos de cómo, qué y quiénes somos.
Hemos unido lo que ya teníamos a lo que anhelábamos y no conseguíamos sacar de dentro. Jugado a un calienta manos al llegar del trabajo y haciendo sesiones de “coti coti” a lo “sisters formación”, dejando claro que él fenómeno fan no ha pasado de moda y está más presente ahora que hemos pasado el ecuador del cuarto de siglo.
Por un momento dejamos de lado nuestros problemas por los que veíamos en tele, sin guiones, natural, con la inocencia de la adolescencia, esa inocencia de primeras veces que habíamos perdido sin darnos cuenta, poco a poco, esa que al irse nos dejó fríos y desconfiados, sin creer que las cosas buenas pueden pasar.
Y pasan, lo hemos vivido con cada reparto de temas, cada repaso de la gala, cada pase de micros y cada gala. Hasta el punto de tirar la botella de agua por todo el salón, de abrazarnos como si la vida nos fuese en ello, de reírnos en tono emoción, esa manera de reír donde el pecho te oprime. Muy dramas, pero no queda ahí.
Hemos aprendido los nuevos-viejos valores de las miradas, de las sonrisas nerviosas y las palabras que no se dicen aunque se sientan.
Hoy decimos adiós a una etapa, con miedo, sabiendo que este es el final de una tradición que no sabemos si será reemplazada por una nueva que nos haga al menos un día a la semana ser familia.”
Dos meses han pasado de este momento. Un drama.

Y las cosas han vuelto a cambiar. Cuando pensábamos que nuestro día a día se resumía en llegar a casa y ver los vídeos del directo nos dimos cuenta de que había vida después de ellos. Salir a la calle y ver que hay más tras las cuatro paredes de invierno y televisión ha hecho, una vez más, que volvamos a ser quienes somos, sin necesidad de vivir las vivencias de otros.
Las historias han vuelto a dar un vuelco, esta vez para otorgarnos autoestima, más seguros de nosotros mismos, tomando caminos distintos y unidos por una sola estancia. Hoy que comienza la primavera, emprendemos con ella una nueva etapa, sin películas en el salón, y muy a mí pesar, con mantas todavía entre las manos ¿Va a dejar alguna vez de llover? Espero que esta situación de calefacción y colchas hasta las orejas dure por poco tiempo, esperemos, deseemos y recemos por ello.
Comienza así, si el frío que se ha retrasado y la lluvia que parecía no llegar, la etapa de terrazas de fin de semana, del sol despertándonos cada mañana y de días que van creciendo y creciendo hasta llegar a noches que más que eternas, se hacen efímeras.
La liberación. Una liberación que nos servirá de desintoxicación de días en casa y de descubrimientos en el hogar. Una liberación que nos hará desconectar donde mejor nos sentimos: en la calle. Una sensación que empezamos a disfrutar después de largos meses, y que, tendremos que aprovechar antes de la llegada del calor apabullante. A veces, las transiciones tienen más de interesante que las mid season del grupo INDITEX, no hay que pensar en que todo es como las ofertas de mitad de temporada, sería un error garrafal.
Dos meses cambian mucho, y con la primavera, conseguiremos el sol necesario para llegar a la cumbre de nosotros mismos. Y es que cuando pensábamos que todo acababa, no solo era un sentimiento de final, sino un presentimiento de principio.
Comentarios