2x05 Unos monstruos han venido a verme
- Sergio Camuñas Gómez
- 6 nov 2017
- 6 Min. de lectura

He tardado, no estaba inspirado. Y probablemente después de este capítulo vuelva a desaparecer un par de semanas, todas las series lo hacen, no sufráis, preguntárselo a vuestros amigos, si, esos que ven Juego de Tronos, lo entenderán y podrán explicároslo.
Vuelvo a repetirlo, no estaba inspirado, para nada, quería hacer un especial de Halloween, pero no me venían ideas. Mi vida no es tan interesante, hay semanas que son pura rutinas y eventos que pasan de largo, así ha sido siempre, por mí solo no puedo contar grandes historias, a veces. Hasta que llegan ellos y las historias se hacen historia así mismas.
Pobres, seguro que cuando lean este post me dirán algo así como “para un post que nos dedicas y nos llamas monstruos” no todo puede ser perfecto chicos y últimamente estaba de un Mr Wonderfull que no me aguantaba. Como tampoco lo son mis expectativas en Halloween, la noche de los monstruos, que normalmente se traduce en sesión de película en casa o en fiesta hasta el amanecer. Frustrante.
¿Veis qué bien he hilado? La culpa es suya, que me sirven de “musos”, como también es culpa de ellos que este haya sido el Halloween más surrealista, original y único hasta la fecha, los monstruos es lo que tienen. Ha habido películas y alcohol, pero de una manera no convencional y eso es, a los veinticinco, la esperanza de que cualquier momento puede, si nos dejamos llevar, seguir superando a los ya vividos, con creces, y en este caso, con gritos.
Normalmente Halloween no se ha celebrado en España nunca, privilegiados los de la capital y poco más. Nosotros siempre hemos sido muy americanos, muy de innovar, y entre visualizaciones del Retorno de las brujas, disfraces de demonios de Embrujadas y propinas que no tenían nada que envidiar al aguinaldo, hemos pasado los años, intentando tener esas calles decoradas, esos disfraces currados, y látex por doquier. Es nuestro momento, aunque nos ha llegado de mayores, un instante donde el inocente disfraz de bruja se ha convertido en el puti-disfraz de puti-bruja. Cuantas cosas nos vaticinó Chicas Malas. Pero aún quedan seres puros en este mundo de perversión, yo desde luego que no, pero quedan, seguro. Y los hay que quedan que no apoyan esta iniciativa ¿Pero de verdad vamos a hacerles caso? con lo que nos ha costado pasar de disfrazarnos una vez al año a hacerlo dos.

El caso es que ya hemos explorado todas las alternativas: zombis, momias, calabazas, vampiros… se nos acaban las opciones y el recurso es el puro reflejo de la generación millennial: vístete de negro y ponte unas orejas, chic a la par que disfrazado, y ya tienes tu disfraz de gato, o en mi caso de Takeri Binks, para darle un toque aún más chic y vintage. Pero se nos sigue quedando corto, queremos más, como siempre. Y ahí llegó la gran idea. ¿Qué hacer para vivir Halloween como nunca antes lo habíamos hecho? Habíamos pedido caramelos, hecho fiestas temáticas, pasajes del terror, siempre intentando superarnos, cuando en realidad, nuestro esfuerzo beneficiaba al prójimo. Ahí estaba, la respuesta era simple, no nos esforzaríamos por hacer nada, dejaríamos que lo hicieran por nosotros. La decoración y los personajes, el plan estaba claro, iríamos al parque de atracciones.
Recapitulemos. A modo introducción, hace dos años hice el mismo plan que este año por Halloween, de hecho comencé a escribir por entonces, que me lo ha recordado Facebook, antes de dejarlo y retomarlo como unas cinco veces, cuando aún no sabía el enfoque que tendría esto, poco definido aún. Y, curioso, así empecé, anteponiendo Estados Unidos a España, Halloween por Navidad, ¿será que en el fondo no soy tan fiel a mis principios? En cualquier caso, puedo decir que lo bueno de que pase Halloween es que llega Navidad y así todos contentos, nadie puede decir ahora que mi mejor época del año no es la de villancicos, pero, ¿qué sería del año sin esa pesadilla antes de los regalos de Santa?
Mis comienzos se remontan al terror, género que siempre me ha supuesto una doble moral, la del valiente Olite y el cagón Sergio, para que os hagáis una idea. Pero siempre valiente, o eso intento hacerme creer día a día. Hacía mucho que no sentía esa sensación que me encantaba, demasiado, mis compañeros de piso dirán que la semana pasada, pero, ¿quién no grita viendo Scream para darle un poco de emoción a la vida? Hablo de miedo real, del que sentí a los ocho años cuando en el cine del pueblo no había más película que Stigmata, como cuando mi hermana me hizo ver una película y después no quería ver a mi madre, como cuando el cura nos obligó a ver en clase El exorcismo de Emily Rose o como cuando me mee viendo a mis primos jugar al Resident Evil. Miedo de verdad, del inocente, del que nos hace pensar que todo puede pasar, pero sin que nada pase, que tampoco soy de querer morir, solo me basta con sentir la necesidad de mirar un par de veces en el asiento de atrás para ver que no me va a pasar lo que pasaba en la escena inicial de Leyenda Urbana cuando vaya escuchando en mi C3 a toda voz el “Total Eclipse of the heart”.
Y es que soy así, de ver películas solo para inducir el sentimiento de miedo, aplíquese a llorar también, aunque reír prefiero hacerlo en grupo. Y si hubiese tenido que pedir un deseo, hubiese pedido vivir mi propia película de terror, al más puro estilo Slasher, con mis amigos y en un sitio perdido del mundo. Menos mal que no lo pedí, porque en mi caso los deseos no se cumplen, y este, se ha cumplido.
Vuelvo a repetir que miedo desde la seguridad, que después de ver Pequeñas Mentirosas creo que es posible, siete años de mensajes amenazadores y situaciones peliagudas sin hacerte un rasguño es el sueño de todo mortal, eso haría mis semanas más emocionantes y mis momentos de soledad más intrigantes. Que siempre he querido mandarle a mis amigos el típico mensaje de S.O.S a las 3 a.m. porque, reconozcámoslo, cuando estás siendo perseguido por un asesino en serie , la amistad se afianza y creo que es lo que realmente le hace falta realmente a mi grupo de amigos. Cierto es que siempre he pensado que siendo el protagonista debería salvarme, pero no tentemos a la suerte que me creo Jennifer Love Hewit y probablemente moriría antes que Paris Hilton y sufriendo tanto y más que Sarah Michelle Gerard en Sé lo que hicisteis el último verano.

Y lo conseguí, amigos, el sueño se hizo posible. De hecho se hicieron posible dos, porque al estar solos en el parque de atracciones me sentí como las Gemelas Olsen en Nuestros labios están sellados, dos sueños por el precio de uno. No sé si fue el ambiente, probablemente que los tres que íbamos éramos a cual más cagado, pero salió mi lado Olite y me embarque en todos y cada uno de los pasajes como el protector, el valiente que podía con todo, el cabeza de familia, el chico guapo y protector que nunca muere, el Toby Cavanaugh… No engañaré a nadie, grite, mucho, salté, insulté, pegué y corrí, de hecho, en una de las ocasiones corrí al ver la salida y tuve que volver con mis compañeros del susto. Pero repetimos y mi voz fue testigo de que el sueño se hizo realidad.
Puede que lo idealice, pero ponle música y piensa en ello, siempre se idealiza, no es la primera vez que lo digo. Y solo fue el principio, en casa nos esperaba lo que sería la fiesta de Halloween improvisada más guay de la historia, risas, maquillaje y bebida. No hacía falta salir de casa si como colofón teníamos el momento pijama y el Slasher perfecto.
¿Dónde quedaron los días de fiesta y desenfreno? Quedan y quedarán, pero a veces el mejor plan es la compañía, y el no esperar, el no planear, que las cosas surjan y que los sueños, aunque pequeños, se vayan cumpliendo. De momento, si me preguntan, el mejor Halloween de mi historia, ha sido este y es que, para aliviar la rutina, unos monstruos han venido a verme.
-O
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