2x01 Sé lo que no hiciste el último verano.
- Sergio Camuñas Gómez
- 25 sept 2017
- 4 Min. de lectura

Cuanto tiempo, la última vez que me puse frente a la pantalla estaba en una de mis tantas crisis laborales y aquí sigo en este bucle de desorientación, pero ya caen las hojas, las fotos de Instagram cada vez son menos y las fiestas ibicencas dan paso al gran “peli, manta y sofá” y aunque pueda parecer depresivo, a los que nos gusta el frío bajo el brasero y el largo invierno ¿No os parece maravilloso?
Pensareis que mi vuelta viene cargada de grandes anécdotas de verano, que os contaré lo que han dado de sí estos meses en los que no he estado con vosotros en letra. Pero, es curiosa la percepción que tenemos del tiempo. Algo que marca para toda la vida puede pasar como lo más breve, y lo que probablemente olvidaremos en un corto plazo de tiempo, resulta una eternidad. Así ha sido mi verano, una gran, larga y extensa eternidad y por fin, ha terminado.
Puede parecer derrotista este comienzo, pero todo lo contrario, estoy muy contento de que haya pasado para poder volver a ser yo. Dejo de escribir en verano porque no soy yo, sinceramente porque no me apetece, de hecho no me apetece hacer nada y sin hacer nada no soy yo, a veces. Y este verano no iba a ser menos, aunque he de sentirme orgulloso de haber visto “Las chicas Gilmore” con sus cuatro estaciones incluidas y los doscientos ochenta y seis videos en Youtube de la historia de amor de Sara y Lucas en “Los hombres de Paco”, todo un maratón, aunque patético ¿verdad? No me culpéis por gritar a los cuatro vientos: ¡Bienvenido otoño!
Sinceramente me hubiese gustado sentarme y escribir mis aventuras en los meses de julio y agosto, poder haber paseado como Blair, Serena, Donna o Brenda por la calles de Paris, haberme hecho un tour por Europa como los protagonistas de “Deseando libertad”, incluso no le hubiese puesto impedimento a que me hubiesen dejado tirado en Grecia como Ross a Rachel o haber llorado en Madagascar como lloraba Sarita por el abandono de Lucas. Serían grandes historias, de las que me harían llegar a los mil seguidores en Instagram, por ejemplo. Directamente a mí no me han quedado ni lagrimas para llorar, el sudor se encargó de dejarme deshidratado a mediados de julio. Y he tratado de disfrutar, de veras que sí, he salido lo que el cuerpo y el salario de media jornada me han permitido, he descubierto y me he redescubierto, pero en soledad, viendo como todo el mundo emigra de la ciudad, caravanas de coches que comienzan a finales de junio y no contaminan las calles hasta mediados de septiembre, un continuo vacío lleno de calor y café helado que solo lo llenaba los domingos de vuelta a casa.

Un verano eterno, más largo que el invierno eterno de la bruja Blanca de Narnia y sin salvación, en Madrid solo quedaban zombies a lo “The Walking Dead”, no había ningún hijo de Adán ni ninguna hija de Eva, hasta los chinos de la esquina cogieron vacaciones y ahí seguía yo. A principios de agosto me plantee dejar de fumar, no es que fume habitualmente, pero por cumplir algún propósito de verano, por acabar y pensar en todo lo que había hecho a parte de ver las Chicas Gilmore y los doscientos ochenta y seis vídeos de la historia de amor de Sara y Lucas. También leí en torno a la segunda semana de agosto porque me quede sin auriculares una semana y me prometí no gastar dinero durante 10 días (ya os contaré la experiencia). Y a gatas, sin dinero, deshidratado y con la piel más blanca que el séquito de la familia Cullen llegué a septiembre, con la promesa de un nuevo comienzo, un nuevo año y una nueva temporada. Iluso de mí.
Señores, señoras, señoritos y señoritas, el verano no acaba hasta que no acaban las fiestas de mi pueblo y eso, oficialmente es el 17 de septiembre y ahí estuve yo sin vacaciones hasta esa fecha, porque el verano es como una tirita, como esa relación que acaba y sigue doliendo, hay que arrancarlo de golpe sin pillarlo a medias, para que no siga mas tarde con el dolor al que todos llamamos depresión posvacacional, hay que sufrirlo para disfrutar la victoria de esos días y noches de desintegración, un parto en toda regla. Porque resulta traicionero cual ex, y te da treguas que luego te arrebata, noches en las que parece que el ambiente llega a refrescar, que dan cabida a cerrar las ventanas y empaparte de clásicos de la fecha tales como Casper o Jumanji (Romeo Y Julieta también, que es muy de otoño) pero el calor vuelve a llegar y no sé si os pasará, pero a mí los días previos a coger vacaciones entro en desesperación, y esa sensación se agravó con la vuelta de las altas temperaturas, llegando así medio muerto al 8 de septiembre, donde me llamaron para darme la noticia que cambiará por completo el rumbo de esta nueva temporada, un rumbo nuevo lleno de proyectos al que todos estáis invitados.
No sufráis por mi situación, a partir del día 11 todo cambió. He cargado las pilas, no anduve por las orillas del Sena, pero si lo hice a la orilla del Guadiana, y descubrí que no hace falta volar para conocer, que puedes tener grandes rincones que necesitan ser explorados cerca de ti.

Hoy, después de este verano insufrible, lo recuerdo y sonrío, porque sí que me han pasado cosas, muchas. Lo que os decía del tiempo, mientras que ha resultado ser una eternidad no me queda mucho por recordar salvo lo bueno, mientras que guardo recuerdos a raudales en una maleta que solo ha necesitado quince días de desconexión. Lo pienso y sonrío, porque si todo lo bueno con lo que me quedo me ha pasado en un periodo de tiempo al que he considerado insufrible, ¿Qué me pasará cuando las cosas vayan mediantemente bien? Lo descubriremos a través de este segundo recorrido.
Hoy, sentado de nuevo delante de la pantalla me siento como Rory Gilmore escribiendo el libro de sus memorias, aunque estas son mías y no hay mejor sitio que escribir desde casa, un lugar al que siempre vuelvo para encontrar paz, un sitio que me trae a mis raíces, al centro de lo que soy y lo que quiero transmitir.
Después de estas desastrosas líneas solo me queda decir, perdón por haber roto vuestras expectativas vacacionales y bienvenidos, una vez más, a esta nueva etapa de Olite43.
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