El placer de ver por segunda vez
- Sergio Camuñas Gómez
- 29 jul 2015
- 2 Min. de lectura
Existen momentos que no nos parecen especiales hasta que se perciben como recuerdos. La memoria así juega con nosotros, o así jugamos nosotros con nosotros mismos. Cuando eres pequeño solo deseas ser mayor y cuando la madurez llama a tu puerta solo quieres refugiarte en tu niñez. Harto de estudiar deseas trabajar, y poco después te das cuenta que los mejores años de tu vida se fueron tras los libros. La independencia es nuestra aspiración y cuando estamos fuera nos embarga la añoranza del hogar. Las series nos terminan por cansar pero todos queremos saber que pasó al final. Una película, tu película, deja de serlo por un tiempo, pero cuando un día vuelves a ver lo que tus ojos habían vislumbrado por primera vez, una sonrisa tímida sale de ti y disfrutas lo que ya disfrutaste, ahora, de una manera nueva. Ya no es un momento de tu vida, es un recuerdo de ésta y es magnífico.

Recordar nos hace saber lo que con el tiempo hemos ganado o lo que con el tiempo hemos perdido. Con el cine, te das cuenta lo que aspirabas a ser, porque seamos sinceros, siempre hemos visto nuestro modelo de vida reflejado en alguna película o serie. Los sueños de infancia o adolescencia vienen de la idea que directores y guionistas nos vendieron y que a algunos más y a otros menos nos marcaron como un tatuaje en el corazón. La parte dura viene cuando te das cuenta de que casi todos tus sueños fueron frustrados, aquello que siempre quisiste hacer, nunca llegaste a hacerlo por mil y una circunstancias.
Con el paso del tiempo nos damos cuenta de que probablemente estábamos equivocados con el pensamiento que teníamos antaño. No siempre se ve con los mismos ojos, la edad es una de las virtudes que tiene. Probablemente veamos nuevas películas y digamos –ya no hacen cine como el de antes- tal vez estemos viendo la tele y salga de nuestra boca –lo de antes sí que eran series- pero lo cierto es que todo cambia y tus gustos no son los mismos que los de hace años. No es para nada malo, en todo caso es bueno, en la diversidad está el gusto. Esto también ocurre en el sentido contrario, probablemente de joven no supiste apreciar lo bonito del cine clásico y ahora nada te llena como un poco de ¡Qué bello es vivir! En estas fechas. Probablemente a muchos Crepúsculo les puede parecer una basura, pero esos muchos también vieron el amor de ultratumba entre Demi Moore y Patrick Swayze en Ghost, y además conocen su banda sonora a la perfección.
Pero no estamos aquí para juzgar a nadie. Hoy reivindico la manera volver a encontrarte con tu pasado. Pensad una película que hace años que no veis, alguna que os traiga buenos recuerdos, vivid de nuevo series que marcaron algún punto de vuestra vida, identificaos de nuevo con esos personajes, disfrutad del recuerdo, volved a soñar con historias imposibles, os aseguro que es el mejor regalo para navidad. A veces recordar nos hace hallar el camino que siempre quisimos seguir o simplemente nos hace ver que cambiamos de sueños, gustos y opiniones, por suerte.




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